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Maestros de la Juilliard - 29.08.2012 - lanacion.com <!--Path GA: /lanacion/espectaculos/nota/papel/1503247-maestros-de-la-juilliard

Maestros de la Juilliard

La pianista Mirian Conti, a la cabeza de un proyecto con epílogo musical
Por Jorge Aráoz Badí | Para LA NACION


Intérpretes: Mirian Conti, Douglas Humpherys, Julian Martin y Thomas Schumacher / Programa: Chopin, Schubert, Scarlatti, Gershwin, Albeniz y Rachmaninov / Sala: salones de la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat / Nuestra opinión: Muy bueno
Anteanoche, en las salas de la Fundación Fortabat, en Puerto Madero, en medio de una de las colecciones de pintura más importantes y menos caprichosas de la Argentina, cuatro maestros de piano de la Juilliard School de Nueva York protagonizaron un programa musical variado, para mostrar quiénes son y cuál es la propuesta con que aterrizaron en Buenos Aires: elegir algunos becarios de entre 14 y 19 años, destinados a las aulas de uno de los más distinguidos y prestigiosos institutos de docencia musical del mundo. La intención declarada es que, una vez capacitados, se vean estimulados para retornar al país con objeto de formar nuevas generaciones de becarios que puedan repetir el circuito. Los alumnos (o tal vez sus padres) tienen que haber sentido que alguien había pensado en ellos no sólo como pianistas, sino también como protagonistas de un hecho social importante.
Este operativo de la Juilliard, de repartir formadores capaces de reproducir artistas de alta calidad, está liderado por la pianista argentina Mirian Conti, seleccionada ya como uno de los "100 Distinguidos Graduados de la Juilliard School". La artista, que se formó aquí y allá, trajo su proyecto acompañada por tres profesores norteamericanos del más alto nivel docente: Julian Martin, de la Juilliard; Thomas Schumacher, profesor emérito de la Eastman School of Music, y Douglas Humpherys, director del Departamento de Piano de la Eastman.
Los cuatro interpretaron un grupo variado de obras, y el resultado fue un concierto totalmente inusual en el que un pequeño grupo de profesores tocaron mientras muchos alumnos y gran cantidad de público escuchaban. Antes, se reunieron con los aspirantes, empezaron a conocerlos para decidir sus elecciones y finalmente ofrecieron esta audición pública como prueba de identidad profesional.
En verdad, no tiene mucho sentido juzgarlos como ejecutantes, porque está claro que el éxito escénico no figura entre sus objetivos, aunque como pianistas resistirían cómodamente el análisis crítico. Pero hay algo en ellos que trasciende lo meramente pianístico. Al escucharlos, se entiende que además de no ser objetables como intérpretes, lo que los caracteriza como maestros, así toquen Chopin, Schubert, Scarlatti, Gershwin, Albéniz o Rachmaninov, no sólo suena bien, sino que en todo momento saben de qué se trata lo que tocan. En música, ésta es la prueba de la verdad. Ojalá puedan enseñarlo a sus alumnos argentinos.
Ahora, sólo resta esperar que este singular operativo empiece a dar sus primeros frutos..