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Concierto en la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires
Fue distinguida como Huesped de Honor por el Municipio de la Ciudad de La Plata

Nota del Diario La Capital de la Ciudad de Mar del Plata


Nota del Diario el Puntal de la Ciudad de Rio Cuarto. Córdoba Argentina


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Brillante recital de Miriam Conti

Buenos Aires, 24/06/2010. Templo-Auditorio de la Comunidad Amijai.
Miriam Conti, piano.

Fryderyk Chopin, 17 Mazurcas (Op. 6, 7, 17 y 24).
Ernesto Halffter, Habanera.
Manuel de Falla, Andaluza.
Frederic Mompou, Scènes d'Enfants.
Nathaniel Dett, Dance Juba (de 'In the Bottoms') y Martha complained (de '8 Viñetas Bíblicas').
George Gershwin, Tres Preludios.
Juan José Ramos, Milonga Sureña.
Alberto Ginastera, Tres Danzas Argentinas.

Recital extraordinario con el auspicio de la Embajada de los Estados Unidos

No es habitual que un recital de piano contenga nada menos que treinta y tres piezas cortas, sin ninguna obra formal (sonata o similar), pero en esta oportunidad la circunstancia de que la primera parte estuviese íntegramente dedicada a un autor mientras en la segunda había diversidad de lenguajes y estilos le confirió al curioso programa unidad por un lado y variedad por otro. Resultó por cierto óptima la manera en que Miriam Conti abordó la interpretación de los cuatro primeros opus de las Mazurcas de Chopin -que acaba de grabar en forma integral- demostrando un trabajo de aproximación estilístico serio y profundo a unas páginas que, si bien son relativamente simples de ejecutar, ofrecen un sinfín de complicaciones musicales, de fraseo, ritmo, acentuación y concepto. Con una técnica pulcra y precisa así como un sonido intenso pero nunca golpeado, dio vida, carácter y color a partituras que estilizan artísticamente y matizan con la siempre original paleta armónica del músico polaco la sencillez de unas danzas tradicionales. Sin ánimo de pretender analizarlas en detalle -cosa que resultaría sumamente tediosa- se puede destacar el ímpetu y la viveza rítmica que imprimió a la Mazurca en Si bemol (Op. 7 Nº 1); la ternura e intensidad con que abordó el lirismo de aquella en la menor (Op. 17 Nº 4) o el vuelo de la Op. 7 Nº 3 en La Bemol así como el cuidado puesto en los contrastes de la Op. 24 Nº 1 en sol menor o en los múltiples acentos -muchos de ellos sincopados- y adornos que jalonan la primera de la serie. A la uniformidad estructural que ofreció esta primera parte se opuso el amplio abanico de opciones que conformaba la segunda, iniciada a ritmo de habanera con la simplicidad de una página de ese título compuesta por el menor de los hermanos Halffter, Ernesto a la que siguió la intrincada escritura de Falla, que Conti resolvió sin inconvenientes, de la 'Andaluza', la última de las Cuatro Piezas Españolas para cerrar este apartado hispánico con la impresionista y juguetona paleta sonora del catalán Federico Mompou en su ciclo de cinco piezas que lleva el nombre -en francés en el original- de Scènes d’Enfants, en la que la pianista argentina lució destreza e intencionalidad, en especial en el fragmento conclusivo, ‘Jeunes filles au jardin’. A continuación se pudieron escuchar dos piezas de un autor canadiense -aunque desarrolló toda su actividad en los Estados Unidos- totalmente desconocido aquí (es dable suponer que en primera audición), Nathaniel Dett: una brillante danza afro-americana, 'Dance Juba' -de la serie de piezas características denominadas In the Bottoms- que permitió acreditar la sólida técnica de la intérprete y otra de carácter meditativo y contenido, 'Martha complained', de las Ocho viñetas Bíblicas. Este bloque consagrado a América del Norte se completó con una obra mucho más conocida, los Tres Preludios de George Gershwin, expuestos por Conti con adecuado swing en sus números extremos y expresividad en el central. Cerraban el extenso programa dos páginas de compositores argentinos. Primero le tocó el turno al cordobés Juan José Ramos, del que pudimos gozar una recreación lúcida y sentida de una de sus obras más difundidas (dentro de una producción de gran sabor autóctono, algo injustamente relegada), su Milonga Sureña, para pasar luego a Ginastera y sus tan transitadas Tres Danzas Argentinas. Si en la que retrata a la ‘Moza Donosa’ pudimos apreciar la prudencia y el buen gusto de Miriam en un trozo que muchos tornan amanerado o empalagoso, no dejó de sorprendernos -y admirarnos- la apabullante velocidad con la que encaró la conclusiva, la del ‘Gaucho Matrero’, un vertiginoso malambo que puso un cierre espectacular al concierto. Ante las efusivas demostraciones del público, la artista argentina (que reside desde hace más de tres décadas en los Estados Unidos) retribuyó los aplausos con una atinada lectura de Morning Glory de Duke Ellington.
Este artículo fue publicado el 07/07/2010
Por: Carlos Singer